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Tres hombres y una mujer comen en El Bajío. Es la tarde de un miércoles de diciembre en el centro comercial Miyana. Afuera, Polanco, uno de los barrios más exclusivos de Ciudad de México, residencia de empresarios, políticos, diplomáticos y turistas de dinero. Otros dos hombres entran al restaurante. Uno de ellos se tapa la cabeza con un casco de motorista. Se acercan a la mesa y descerrajan varios balazos contra uno de los comensales. Escapan del lugar. Los acompañantes del hombre acribillado también huyen. Lo dejan allí, desangrándose.Para cuando los policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) llegan al restaurante, la víctima ya se ha desangrado. En su jerga, dicen que “observan visibles manchas hemáticas”. Llaman a los servicios de emergencia, que solo pueden certificar su muerte. Tiene un disparo en la cabeza.La Fiscalía estatal ya ha asumido el caso: las investigaciones, por el momento, se centran en analizar las múltiples cámaras de seguridad del centro comercial y “de las avenidas aledañas para la identificación de los probables responsables y los acompañantes del occiso [muerto]”. El asesinato ha vuelto a estremecer la capital. El mensaje que queda en el aire: ni siquiera los barrios burgueses están a salvo de la violencia.Fuentes de la SSC consultadas por EL PAÍS aseguran que, por el momento, la investigación no ha arrojado “elementos que permitan confirmar” la identidad de la víctima. Al menos 684 personas fueron asesinadas en Ciudad de México entre enero y octubre, cuando el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública difundió la última actualización de los datos.No todos los homicidios, sin embargo, son igual de mediáticos, y un tiroteo en pleno día en el barrio rico por excelencia de la ciudad hace más ruido que su equivalente en una colonia popular. Las palabras “Polanco” y “Miyana” se han convertido en tendencia en la red social X, antes Twitter, alimentadas por teorías todavía no confirmadas que quieren identificar a la víctima como el representante de un famoso cantante mexicano.Tanto ruido ha hecho el asesinato que incluso la Embajada de Estados Unidos en México ha emitido una alerta a sus ciudadanos en el país en la que les indica que tengan cuidado y eviten Polanco “si es posible”, uno de los barrios que suele recibir más estadounidenses. “La Embajada de EE UU recuerda que la recomendación de viaje del Departamento de Estado para la Ciudad de México está clasificada como Nivel 2: extreme las precauciones debido a la delincuencia”.Entre otras recomendaciones, la Embajada insta a “ser consciente de lo que te rodea”, mantener “un alto nivel de vigilancia y pasar desapercibido”, seguir la información de la prensa mexicana, “revisar los planes de seguridad personal y seguir las instrucciones de las autoridades locales” o “llamar al 911 si necesita ayuda de emergencia”.En los últimos meses, los recordatorios de la violencia que sufre el resto del país han vuelto a llamar a las puertas de la capital. La ciudad tiende a olvidarse de la crisis de inseguridad, refugiada en la ilusión de una suerte de burbuja en la que los problemas exteriores no la afectan, al menos, en sus colonias más céntricas y adineradas. La realidad, de tanto en tanto, rompe ese espejismo.El 17 de octubre, Diana Sánchez Barrios, diputada suplente del PRI en el Congreso local, autodeclarada activista trans, acusada de vinculación con el grupo criminal Unión Tepito y lideresa de los comerciantes del centro de la ciudad, un rol polémico que suele moverse entre las fronteras de la legalidad, sufrió un atentado en el Centro Histórico. Un sicario disparó por la espalda a ella y a sus acompañantes y huyó a plena luz del día en una moto cuyo conductor esperaba en la esquina.Sobrevivió de milagro, pero sus dos acompañantes fallecieron en el hospital. Los sospechosos fueron detenidos semanas después. Ese mismo día, la abogada penalista Oralia Pérez Garduño conducía su camioneta por el Viaducto Miguel Alemán, entre la Roma Sur y la Narvarte, cuando una moto se puso a su altura y uno de los pasajeros la acribilló a balazos. Fueron dos homicidios de alto impacto en zonas céntricas y relativamente seguras con apenas horas de diferencia. Un mes antes, Polanco ya registró el asesinato de un presunto narcotraficante entre las calles de Oliver Goldsmith y Charles Dickens.Hace más de un año, un robo en Antara, el centro comercial que hay cruzando la calle desde Miyana, ya colocó a Polanco en el mapa de la violencia de la capital. Cuatro ladrones reventaron a hachazos el escaparate de una joyería a las 19.45 de un lunes, con las tiendas todavía rebosantes de clientes, y huyeron de allí con relojes valorados en 1,8 millones de pesos (más de 100.000 dólares). Ahora, un nuevo crimen deja a las claras que la inseguridad sigue siendo una asignatura pendiente incluso en los barrios ricos.

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