En la Antigua Grecia, la idea de Dios era relativamente diferente a lo que conocemos ahora. Para ellos, no era una personificación del poder, sino el poder en sí mismo.
De hecho, esta idea se antepone a la de demonio, o daemon, que es la cosa física en sí. La unión de ambas era, de alguna forma, lo que permitía la existencia de lo natural. Pero a lo largo de los siglos, este concepto ha cambiado tanto que hoy parece que lo divino está relegado a los credos religiosos.
“Hay varias formas de entender lo divino. Mucha gente cree que es un señor o que son dioses, pero en realidad, por ejemplo, en Grecia cuando se hablaba de Theos, no se hablaba de un dios, sino de esta fuerza que es lo divino.
“Entonces, el planteamiento es que no solamente no podemos escapar de lo divino, sino entender que somos eso”, señala, en entrevista exclusiva para El Heraldo de México, el escritor Luis Alberto Ayala Blanco, fundador de la editorial Sexto Piso.
El silencio es el lenguaje de Dios
En sus Ejercicios espirituales, San Ignacio de Loyola escribió que a menudo se espera que Dios se manifieste de alguna manera, pero es en su silencio donde se puede percibir mejor su mensaje.
Esta reflexión puede servir como puerta de entrada a la propuesta de Ayala Blanco, quien señala que los dioses no son tan diferentes a la humanidad que los venera y pide su ayuda.
Durante siglos, el concepto de Dios ha estado atado a una percepción errónea. Foto: Pexels
“En varias mitologías y religiones los dioses incluso son similares a los hombres, solamente que tienen ciertas características distintas, pero tanto los dioses como los hombres son expresiones de eso que yo llamo lo irrepresentable o lo divino.
“Cuando uno se mete con el libro uno pensaría que está hablando de que va a hablar sobre el silencio de los dioses, como si los dioses callaran. En realidad de lo que habla es de que los dioses son manifestaciones del silencio”, explica.
Un Dios moderno
Desde la época de la Ilustración, hablar abiertamente de Dios en público parece ser un tabú, propio de un pensamiento mágico y, por tanto, anticientífico y hasta cierto punto retardatario. Pero tal idea está muy lejos de la realidad.
“El hombre, en su afán por tratar de ser autorreferencial, dejó de lado todas las otras cosas. Lo curioso es que tampoco se volvió realmente autorreferencial, porque sustituyó a los dioses por asuntos bastante chafas desde mi punto de vista, como la sociedad, los derechos humanos, la justicia, la famosa democracia.
La primera edición de El silencio de los dioses se lanzó hace 20 años. Foto: Cortesía
“Desde nuestra perspectiva, por ejemplo, desde la democracia, nosotros somos los que nos negamos para que exista otra cosa. Creo que ahí hay una diferencia. No es lo mismo cambiar solamente de amo, pero tienes toda la razón: cuando queremos dejar de tener amos, buscamos otros”, añade.
El silencio de los dioses, la segunda edición del libro de Luis Alberto Ayala Blanco, está disponible en librerías como El Péndulo, a un precio de 290 pesos.
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