Aviso: esta nota puede contener spoilers de la serie y la novela de “Cien Años de Soledad”
La adaptación televisiva de “Cien Años de Soledad” se ha convertido en uno de los hitos más significativos durante la recta final de este 2024, pues la novela escrita por Gabriel García Márquez es considerada uno de los pilares de la literatura mundial del siglo XX, pues no sólo ha dejado una huella imborrable en generaciones de lectoras y lectores, sino que también ha influido en innumerables escritores, cineastas y artistas.
El desafío que enfrentó la producción es monumental, ya que además de las expectativas de las y los fans, también existió la responsabilidad de lograr una adaptación visual que respete la esencia de un texto que, por su naturaleza, es todo un universo literario con escenarios únicos y fascinantes que nos invitan a sumergirnos en el realismo mágico, un género que combina lo fantástico con lo cotidiano.
Para quienes aún no lo sepan, la novela narra la historia de la familia Buendía, cuya vida transcurre en el mítico pueblo de Macondo, un lugar que se convierte en un reflejo de la historia y cultura de América Latina, pero también de la universalidad de las pasiones humanas y los ciclos interminables del destino. Uno de los personajes más enigmáticos es Rebeca Buendía, quien a lo largo de la novela vive una existencia marcada por el misterio, el sufrimiento y la complejidad psicológica que se refleja en un hábito muy particular: comer tierra.
¿Por qué Rebeca Buendía come tierra?
Rebeca, interpretada por la joven actriz Akima Maldonado, es un personaje que no sólo destaca por su papel en la trama familiar, sino también por su singular costumbre de comer tierra, un hábito que adquiere una carga simbólica a lo largo de toda la historia. Y es que la llegada de Rebeca a Macondo no es solo el inicio de una nueva fase en la vida de los Buendía, sino también un evento cargado de simbolismos y significados.
La producción de la serie, que se estrenó el 11 de diciembre de 2024, ha sido elogiada por su fidelidad al espíritu de la novela y por la meticulosa recreación de Macondo.
Fotografía: Captura de Pantalla/Netflix.
La niña, que apareció en el hogar de los Buendía con un saco lleno de los huesos de sus padres, se convierte en una presencia inquietante en la casa, especialmente debido a su hábito de comer tierra. Aunque Gabriel García Márquez nunca dio a conocer una explicación definitiva sobre por qué Rebeca adopta esta costumbre, hay varias interpretaciones que pueden ayudar a entender este comportamiento.
Una de las posibles razones por las que Rebeca comienza a comer tierra podría estar relacionada con su desconfianza y temor hacia su nueva familia, pues cuando llega a Macondo, Rebeca es una niña que acaba de perder a sus padres y su mundo ha dado un giro radical. Al no sentirse segura en su nuevo hogar, parece que el gesto de comer tierra es una forma simbólica de conectarse con su pasado, con la tierra que es el lugar de origen y descanso de sus padres fallecidos. Además, el hecho de que los huesos de sus progenitores se encuentren en un saco es un símbolo poderoso de la muerte y la ausencia, elementos que se entrelazan en la psicología de Rebeca.
El realismo mágico de la obra permite que la narrativa no se limite a explicaciones racionales, lo que añade una capa de complejidad a la interpretación de este hábito. Más que un acto de simple hambre, comer tierra parece ser una forma de conexión emocional con su sufrimiento y su pérdida, un intento de encontrar consuelo en algo tangible y elemental. Por ello la tierra no es solo un alimento, sino un símbolo del dolor y la permanencia de la muerte.
Los actores, incluyendo a Akima como Rebeca, han logrado capturar la complejidad de sus personajes, manteniendo la esencia de la obra original.
Fotografía: TikTok/@callmeakimaa
La tierra como símbolo de muerte y autodestrucción
A lo largo de “Cien Años de Soledad”, la tierra es un símbolo recurrente que se asocia tanto con la vida como con la muerte y en el caso de Rebeca, su relación con la tierra se va transformando a lo largo de la historia, pasando de una forma de consuelo a un mecanismo de autolesión.
Cuando Rebeca es una adulta, el acto de comer tierra se convierte en un refugio ante el dolor emocional por lo que en momentos de angustia, como cuando su relación con Pietro Crespi comienza a deteriorarse o cuando enfrenta la tragedia de la muerte de José Arcadio, Rebeca vuelve a este extraño hábito como una forma de lidiar con sus emociones.
En estos momentos de desesperación, comer tierra parece ser un acto de autodestrucción, como si la propia Rebeca se castigara por no poder enfrentar las heridas emocionales que la vida le ha impuesto. La tierra se convierte, entonces, en un refugio donde se expresa tanto el dolor como el deseo de regresar a un estado más natural, de buscar consuelo en lo más elemental aunque este consuelo sea destructivo.
La actriz que interpreta a Rebeca, conocida como Akima, reveló que, aunque en la serie su personaje consume una mezcla de galletas y otros ingredientes para simular la tierra, en una escena accidentalmente comió tierra real.
Fotografía: Instagram/@callmeakima
De esta forma, a reciente adaptación televisiva de “Cien Años de Soledad” por parte de Netflix ha generado un interés renovado en la representación de este comportamiento en la pantalla y Akima parece estar superando las expectativas del público, pues en sus redes sociales ha compartido algunos detalles de la producción detrás de cámara e incluso contó una anécdota muy graciosa en donde afirmó que la tierra que come se encontraba hecha de una mezcla de galletas y otros ingrdientes que la hacen ver muy real, pero en una de las escenas la actriz se equivocó de recipiente y terminó consumiendo tierra real.
Akima notó la equivocación al instante, pero como toda una profesional terminó la grabación de manera perfecta, revelando hasta después del corte lo que había sucedido. Es así como uno de los mayores desafíos para Akima fue encarnar por completo a Rebeca y, en sus plabras, dejó que la visión de aquella huérfana la guiara para lograr la magistral interpretación que ha hecho a “Cien Años de Soledad” una de las adaptaciones más fieles en la historia de la literatura.
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