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¿Qué pasa si los miedos y los trastornos familiares son heredados?, ¿cómo ve una niña a su madre deprimida?, ¿por qué las mujeres cuidadoras de otro miembro de su familia no tienen derecho a colapsar y si lo hacen las consideran locas?, ¿por qué la salud mental de las cuidadoras no se considera importante en lo familiar, social y laboral? Estas interrogantes son el punto de partida de Paulette Jonguitud, en su novela El mundo desplazado (Penguin Random House , 2024), un libro “de horror y fantasía intimista” que reflexiona sobre las enfermedades mentales de las mujeres y su impacto en la vida diaria. El libro teje la historia de cuatro mujeres: Inés (10 años), Agustina (40 años) y Miranda y Paula (cercanas a los 60 años), todas ellas con algún trastorno mental que canalizan a través del arte. “La madre de Inés, Agustina, padece ansiedad, ha vivido con miedo toda su vida, su principal preocupación es contagiar ese miedo a sus hijos, pero Inés la ve como un monstruo, como alguien que se fue y nunca volvió. Ellas tienen que regresar a vivir a la casa de su abuela, quien vive en un entorno social hostil, y con Paula, ambas, con sus propios demonios a cuestas”, contó Jonguitud. En entrevista, la autora mexicana explicó que considera su libro una novela de horror y fantasía intimista, porque, por una parte, el horror hace referencia al infierno que puede vivir una persona con una enfermedad mental no diagnosticada o no tratada; de fantasía porque a los escenarios catastróficos que suelen crearse estas mujeres se suma la inseguridad y la violencia que se vive de forma cotidiana; e intimista porque la autora se ve reflejada a través de los personajes. “El libro explora la depresión, la ansiedad y otros trastornos, pero también las redes que tejemos entre mujeres para cubrirnos cuando una de nosotras se ausenta”, señaló. Y compartió: “Pasé mucho tiempo sin un diagnóstico, tenía ansiedad, pero todos consideraban que estaba loca, hasta que un día yo también lo creí. Acudí a un especialista, yo acababa de tener a mi bebé, no podía detenerme a sentirme mal y a pensar que algo me estaba pasando. Esto les pasa a muchas mujeres que, además de ocuparse de sí mismas, se ocupan de alguien más”. Por otra parte, dijo Jonguitud, le interesó reflexionar sobre cómo los trastornos mentales tienen un componente hereditario que los convierte en un monstruo familiar. “Los monstruos de la ansiedad no se expresan en los libros, por lo que la ficción me permitió hablar de ellos con libertad, me permitió hablar desde el que fue mi propio monstruo, uno ansioso y deprimido y, a su vez, la mirada de Inés hizo posible que pudiera verlos desde afuera y entender que quizá todo puede ser también una herencia. Por ello es muy importante la atención”, finalizó.   MAAZ  

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