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Tengo la inmensa suerte de estar en Ideas desde el principio, desde que vio la luz el 17 de mayo de 2015. Por aquel entonces, yo era un redactor de un equipo de cinco periodistas al frente del cual estaba Iker Seisdedos, disponíamos de mesas grandes, nuestros pies se deslizaban sobre una moqueta (la de la antigua planta de redacción abierta de EL PAÍS), contábamos con 16 páginas de papel y desde la portada del primer número nos preguntábamos quién mandaba en internet. Nueve años y medio más tarde, las mesas han encogido, ya no hay moqueta (estamos en otra planta), somos un equipo de tres (yo estoy al frente de la cosa), disponemos habitualmente de 8 páginas (la acción se trasladó a la web) y ya estamos comprobando que los que mandan en internet cada vez mandan en más sitios, con notables accesos a la Casa Blanca (por si no mandaban ya lo suficiente).Cuando nació este suplemento, la creación de espacios de ideas en los medios era una tendencia que se reflejaba sobre todo en la prensa anglosajona. Pero el periodismo de ideas, ese que busca ir más allá de un acontecimiento o noticia, el que se centra en los porqués, en las raíces o en implicaciones de los fenómenos, en la tendencia que apunta un determinado acontecimiento, a menudo estaba acotado a esas páginas o espacios. Hoy, impregna de modo transversal a casi todos los medios, que necesitan ir más allá de la noticia, no hay más que ver en la web cuántos artículos llevan en su titular “por qué”, esencia del periodismo de ideas.Más informaciónLlevamos 500 números haciéndonos preguntas, intentando explicar los cambios que están experimentando nuestras sociedades, analizando los avances y (por desgracia) retrocesos en los derechos civiles, la revolución digital, el nuevo mundo que nace tras la cuarta ola feminista; analizando la deriva (aparentemente) inapelable hacia la desigualdad, el creciente malestar (nacido de la crisis de 2008 y agravado con la pandemia), la crisis de la democracia, la catástrofe climática, las grandes transformaciones políticas, geopolíticas. Y observamos que los ciudadanos reclaman cada vez más ideas, más pensamiento (no hay más que ver la proliferación de festivales), mientras nuestros lectores y suscriptores celebran la mirada larga, el reposo en el análisis, los artículos cuya prioridad no es convertirse en virales (aunque muchos, los más profusos, a menudo se sitúen entre los más leídos). Desde este espacio para el pensamiento contemporáneo, intentamos concitar a mentes brillantes que nos ayuden a entender un poco mejor el mundo en que vivimos, las sociedades que conformamos, lo que somos como seres humanos. Publicando artículos de grandes pensadores y diseccionadores de la realidad como Jürgen Habermas, John Gray, Anne Applebaum, Siri Hustvedt o Pankaj Mishra. Dice Noam Chomsky, otro de los intelectuales que ha desfilado por nuestras páginas: “No deberíamos buscar héroes, deberíamos buscar buenas ideas”. Pues en eso estamos. Para sobrevivir a estos tiempos convulsos, necesitamos buenas ideas, sí, y menos hombres fuertes que van de héroes con mensajes simples y soluciones facilonas pretendidamente mágicas. Más ideas y menos salvapatrias.

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