La Virgen de Guadalupe es la única advocación mariana de América que tiene una capilla en la Basílica de San Pedro, en El Vaticano. Este pequeño espacio se encuentra en las grutas vaticanas, a un lado de la tumba de San Pedro y a unos metros del mausoleo del Papa Juan Pablo II, que recibe más de diez mil turistas todos los días.
La cercanía con el mausoleo del “Papa viajero” no es fortuita, pues el 2 de febrero de 1983, Juan Pablo II atendió la solicitud del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, arzobispo de la Ciudad de México, pidiendo una capilla en honor a Nuestra Señora de Guadalupe, en nombre del episcopado mexicano.
Al inicio de 1992, el mobiliario que ocupaba el espacio fue removido y artistas mexicanos intervinieron el sitio para decorar la capilla, utilizando plata y piedras del Tepeyac, por su valor simbólico.
Los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez, Andrés Giovanini García, Fray Gabriel Chávez de la Mora y Alejandro Herrasti Ordaz estuvieron a cargo de la obra como parte del comité de especialistas.
Al fondo del recinto religioso, dentro de un marco de plata, se encuentra una copia fiel de la imagen de la Virgen de Guadalupe, realizada por el Estudio del Mosaico de la Fábrica de San Pedro.
Pequeños trozos de piedra pulida reproducen finamente los detalles de la imagen que apareció en la tilma que usaba San Juan Diego hace 493 años.
El altar es un pequeño bloque de plata apoyada sobre cuatro pilares hechos en piedra del cerro del Tepeyac; debajo del cuadro de la virgen hay un trozo de madera, también del sitio de las apariciones de la Virgen, donde puede descansar el celebrante.
Sobre la mesa reposan dos candelabros de plata con la frase “Aleluya, Gloria, Hosanna” grabada sobre el borde del plato donde cae la cera.
Al centro, una cruz de plata maciza, tiene las efigies de Cristo, de la Virgen y de san Juan Evangelista, además de algunos misterios de la pasión moldeados en estilo mexicano.
A los lados de la capilla, en el lugar de un par de arcos, hay dos relieves en bronce, uno representa el momento en que Juan Diego abre su tilma y aparece la imagen de de la Virgen. Del lado opuesto quedó representada la figura de Juan Pablo II, quien bendice la multitud en la basílica; a su espalda se lee “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”, es decir las mismas palabras que, durante las apariciones, la Virgen le dijo al indígena que caminaba preocupado por la salud de su tío.
El 12 de mayo de 1992 la capilla fue inaugurada por el Papa Juan Pablo II con una liturgia en la que le acompañó Ernesto Corripio Ahumada, algunos obispos mexicanos y Guillermo Schulemburg, abad del Santuario de Guadalupe.
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