La presencia de Take Kubo tuvo tanto peso como la ausencia de Lamine Yamal en el Reale Arena. La Real Sociedad completó un excelente partido alrededor del fútbol tejido por el japonés, un volante ofensivo que curiosamente también pasó por La Masia, y el Barcelona no supo atacar ni defender sin su figura, lesionado en un tobillo desde el partido de Belgrado. Aunque el marcador fue diferente, la segunda derrota de los azulgrana fue tan clara en la cancha como la de Osasuna (4-2), con Lamine suplente en El Sadar. El juego llevó la contraria a la estadística que anunciaba un partido entre el peor local contra el mejor visitante en la Liga. También se recordaba que los azulgrana sumaban siete victorias consecutivas y no perdían en San Sebastián desde 2016. Los antecedentes nada tuvieron que ver con el encuentro vivido este domingo. El Barça más goleador de los últimos años, el que promediaba tres y cuatro goles por partido, se quedó a cero, desfigurado la noche en que no estaba el ingenioso Lamine.
1
Álex Remiro, Igor Zubeldia, Nayef Aguerd, Jon Aramburu (Aritz Elustondo, min. 60), Aihen Muñoz (Javi López, min. 83), Brais Méndez, Takefusa Kubo, Sheraldo Becker (Ander Barrenetxea, min. 60), Martín Zubimendi, Luka Sucic (Sergio Gómez, min. 60) y Mikel Oyarzabal (Orri Óskarsson, min. 61)
0
Iñaki Peña, Iñigo Martínez, Pau Cubarsí, Jules Koundé (Gavi, min. 83), Alejandro Balde, Frenkie de Jong (Dani Olmo, min. 45), Raphinha, Pedri (Pau Víctor, min. 90), Marc Casadó, Fermín López (Ansu Fati, min. 68) y Robert Lewandowski
Goles
1-0 min. 32: Sheraldo Becker
Arbitro Guillermo Cuadra Fernández
Tarjetas amarillas
Jon Aramburu (min. 19), Íñigo Martínez (min. 52), Brais (min. 81), Zubeldia (min. 86)
Flick sustituyó al extremo por Fermín como si no pasara nada, jugador por jugador en el costado derecho del ataque, para así mantener en el ala izquierda a Raphinha. El Barça no parece tener por ahora un cuarto delantero suplente capaz de competir con un centrocampista como Fermín. Ferran está lesionado y tanto Ansu Fati como Pau Víctor son futbolistas para el carrusel de cambios más que de partidos exigentes como el del Reale Arena. Al entrenador no le interesaba tocar demasiado la alineación para no alterar la buena mecánica de juego de su equipo ante un adversario que no se acaba de estabilizar en la cancha a pesar de la excelente dirección de Imanol: “Algo estaremos haciendo mal”, se sinceró el técnico, que apostó de salida por Becker y Aihen.Y Becker no perdonó después de una jugada mal iniciada y peor defendida por el Barça. El saque de Peña no encontró a ningún compañero y la pelota viajó de la cabeza de Zubeldia a la de Sucic hasta acabar en los pies del delantero, que definió muy bien ante el portero del Barça. El gol premió los buenos momentos de la Real, que presionaba bien, y sancionó las dificultades de los azulgrana para salir de su área, todavía confundidos por un gol anulado a Lewandowski. Aunque tiraba bien el hilo de juego en la medular, los barcelonistas no profundizaban ni remataban en un partido muy abierto, de dominio alterno y con más llegadas al área de Peña que a la de Remiro, porque el factor diferencial era Kubo, excelente en una asistencia a Oyarzabal, que perdonó el 0-2.Kubo desequilibraba en las transiciones y a balón parado mientras que el Barcelona no encontraba a Raphinha, echaba en falta la creatividad de Lamine y pedía la entrada de Olmo. No funcionaba la fórmula de Fermín como extremo y el intervencionismo de Pedri no bastaba para chutar, armar el último pase o enganchar con Lewandowski. El cambio en el descanso estaba cantado: Olmo salió por el inocuo De Jong. La defensa azulgrana, sin embargo, continuó concediendo oportunidades a la Real. No achicaba bien el equipo de Flick, cada vez más alejado de Remiro, y por el contrario atacaba muy bien el de Imanol.La incomodidad barcelonista contrastaba con la fluidez donostiarra ante el entusiasmo de la hinchada del Reale Arena. La contienda, sin embargo, se mantenía abierta por la generosidad de los muchachos de Imanol. La Real no tiene precisamente problemas de juego sino de goles, poco atinado ante la portería contraria y vulnerable en la suya, tanto en la Liga como en Europa. El Barça, desatinado, no encontró el arco de Remiro con los titulares ni con los suplentes, añorado de Lamine. No supo acabar las jugadas y su carga final resultó estéril, sin más acción que recordar que el gol anulado a Lewandowski. Allí, en la confusión, se acabó su estado de gracia, que duraba desde septiembre, y emergió la brillantez de la Real y la clase de Kubo.