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Nuevo golpe para el Consell de la República, la entidad privada con la que el expresidente catalán Carles Puigdemont pretendía continuar el proceso independentista desde Bélgica, país en el que reside desde 2017 para evitar la acción de la justicia española. Una de los partidos que se habían adherido desde primera hora al Consell, Poble Lliure -una de las principales organizaciones que integran la CUP- ha decidido desvincularse del día a día de la entidad. Sus miembros consideran que el Consell de la República no ha conseguido los objetivos marcados.La asamblea de Poble Lliure, reunida en Arenys de Mar (Barcelona) decidió el jueves dejar de participar en los órganos del Consell de la República. “Esta herramienta no ha conseguido ser ni transversal ni útil para todas las sensibilidades y perspectivas del independentismo”, reza el partido en un comunicado. Es por ello que Poble Lliure opta por tomar otras vías para seguir con la lucha independentista. Apuestan por poner las bases para una “unidad popular catalana renovada” que interpele a “amplios sectores de la sociedad”. “Se apostará por encontrar un entendimiento del independentismo de izquierdas que desborde las dinámicas institucionales actuales”.La baja de Poble Lliure de lo que Puigdemont diseñó como una suerte de Generalitat paralela para seguir con el proceso independentista desde el extranjero agranda la crisis que vive la entidad desde hace meses tanto por razones políticas como organizativas. En el plano político, el Consell de la República nunca ha logrado despegar ni acercarse al millón de socios que pretendía conseguir Puigdemont cuando lo puso en marcha en 2018. Desde el punto de vista organizativo, el Consell ha vivido momentos muy truculentos los últimos meses entre acusaciones de graves irregularidades cometidas presuntamente por quien ha sido su vicepresidente los últimos años, el ex eurodiputado de Junts Antoni Comín.De hecho, el primero que ha optado por abandonar la estructura del Consell es su propio fundador, Carles Puigdemont. Tras asumir la presidencia de Junts per Catalunya y en plena crisis interna de la entidad, el expresidente anunció en octubre su marcha del Consell. Con ello toda la dirección acabó dimitiendo y el órgano quedó en manos de una gestora. Una de las primeras decisiones que se han tomado ha sido la de reducir estructura por falta de fondos. El Consell de la República se ideó y se registró en Bélgica para facilitar la toma de decisiones de su líder, el propio Puigdemont, y para blindarlo de un posible asedio de la justicia española. Presentado como un artefacto transversal con capacidad para dar cobijo a las diferentes sensibilidades del independentismo catalán, logró incluso el apoyo institucional de la Generalitat, con la presencia del entonces president Quim Torra en varias de las reuniones fundacionales. Torra llegó a tildar al Consell de “esencial”. De entrada, Òmnium Cultural y la Assemblea Nacional Catalana respaldaban las pretensiones del Consell. Pese a los recelos, también Esquerra Republicana y la CUP mostraban complicidad con la iniciativa parida en Waterloo. Posteriormente todos los partidos excepto Junts se han ido alejando de esta organización, que consideraban un simple vehículo de Carles Puigdemont para mantener cierta visibilidad dentro de la órbita independentista.

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