Hablar de libertad de expresión es la primera garantía de su existencia y una buena herramienta para conjurar la censura. Pero no es lo mismo despacharse a gusto en el bar que dejar que las barrabasadas encuentren eco en un medio de comunicación de masas. Desde el optimismo, cabe pensar que será la sociedad, como siempre lo ha venido haciendo, quien pondrá los límites a aquellas ideas que recorten las libertades, y los medios quienes ayuden a reforzar los cambios en la mente colectiva que habrán de mejorar el mundo. “No abandonemos la protesta ni la reivindicación, porque esa es la gota fina que irá modificando los comportamientos sociales”, dijo este sábado el exdirector de EL PAÍS, Javier Moreno, en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, donde se habló de eso, de libertad de expresión.El avance de la ultraderecha por todas partes fue la columna vertebral de un debate que pone a prueba a la democracia en medio mundo, esa línea fina entre proteger a las minorías a costa de limitar las expresiones de quienes quieren recortar derechos o dar hilo a la libertad de expresión a riesgo de herir sensibilidades o sobrepasar límites acordados. “A veces hay que dar más margen a la libertad de expresión y ser un poco menos sensibles. Hay cosas que se publican, que nos chirrían, que no querríamos leer, pero el riesgo es mutilar la libertad de expresión, que en última instancia es la de pensamiento”, ha dicho Moreno, convencido de que lo que hoy ataca los oídos de las mayorías hace años era moneda corriente, los chistes machistas, el humor homófobo, el maltrato animal. Pero permitir que se hable desde el odio no significa bajar los brazos: “Hay que convertir en inaceptable lo que se tolera democráticamente. Ahí están los micrófonos y las tribunas para que usted diga lo que quiera, aunque sea horrible, pero yo voy a recordar a la gente quién es usted y lo que hace y dice, antes de prohibirlo o silenciarlo. Creo que ese es el camino, cada uno desde su trinchera. Las sociedades cambian a mejor”, ha señalado Moreno.El periodista, dos veces director de EL PAÍS y ahora de la Escuela de Periodismo de este diario, ha advertido del peligro de “reprochar a la gente que se equivocó al votar, de decirles que votaron mal”, solo porque eligieron la papeleta que no iba con nuestras ideas. Pero no hay que renunciar a “señalar a los lectores, a los ciudadanos que siempre estaremos vigilantes con los límites que no se deben cruzar. Al fin y al cabo, un buen periódico es una conversación”. “No podemos ignorar a la ultraderecha, sino ponerle los focos encima”. Moreno aboga por echar toneladas de periodismo encima de este fenómeno ideológico que está a las puertas de países como Argentina o que ya las cruzaron, como en Italia.Huyendo del maniqueísmo de buenos y malos, pero buscando esos límites que no deben pasarse en aras de una convivencia que sortee la barbarie, la conferencia, conducida por la lingüista y escritora Yásnaya Elena Aguilar Gil, comparó los ataques que puede sufrir un gobierno, la clase política o las Iglesias, todos ellos actores del poder, con los que lastimen a las minorías. “Lo primero puede ser humor o arte para desacralizar la palabra de los poderosos, lo segundo, atacar a quienes no tienen poder es una agresión”, concluyeron los participantes en la charla. “La censura siempre es un acto del poder”, dijo Aguilar.Moreno abogó, en todo caso, por ponerse en los zapatos del contrario, de aquellos “que quieren recortar los derechos y hacernos sufrir, pensar qué les motiva, cuáles son los resortes que les mueven, el riesgo es no entender qué está pasando. No hay más remedio que discutir y convencer a los ciudadanos, no hay otra opción”, ha dicho Moreno. “Parte del problema es no comprender que el riesgo es siempre censurar y no entender que hay valores que entran en contradicción y que hay que saber gestionar. Yo confío en la capacidad de racionalización del ser humano”.Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país
Javier Moreno: “No podemos ignorar a la ultraderecha, sino ponerle los focos encima”
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