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Ejemplares de ‘Psilocybe cubensis’, un hongo con psilocibina, en Coyopolan (Veracruz).Alan RockefellerLa senadora mexicana Alejandra Lagunes comparte que se curó de una depresión grave gracias a una sustancia psicoactiva de origen natural. “Tenía 25 años cuando sufrí una depresión profunda que casi termina con mi vida. Durante cinco años estuve en todo tipo de terapias y tratamientos, tomé antidepresivos y ansiolíticos”, cuenta la legisladora. Sus síntomas continuaron hasta que tuvo la oportunidad de participar en una ceremonia de ayahuasca: “Me impactó profundamente a nivel físico, mental y espiritual. Sentí una reconexión con la fuerza de la vida. Después de esa ceremonia, la depresión se fue; dejé los antidepresivos y los ansiolíticos. Fue como si mi vida hubiera comenzado allí”.Este miércoles, la senadora del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) ha inscrito una iniciativa de ley en el Senado que busca cambiar el estatus de prohibición de otro psicodélico natural con propiedades terapéuticas: el hongo Psilocybe o contenedor de psilocibina. A diferencia de la ayahuasca —una bebida preparada con dos plantas endémicas del Amazonas— los hongos con efectos psicoactivos crecen de forma natural en México y pueden cultivarse en laboratorios. Se estima que en el país crecen 53 de las 250 especies de hongos del género Psilocybe. Además, en el territorio habitan pueblos originarios que aún los utilizan en contextos ceremoniales como parte de su sistema médico-religioso.El origen de esta iniciativa, que propone modificaciones a la Ley General de Salud, se remonta al encierro obligatorio por la pandemia. Cuenta Lagunes que en esos días volvió a vivir episodios depresivos y de ansiedad, como le ocurrió a millones de personas en México y el mundo. Según cifras oficiales, la prevalencia de depresión entre los mexicanos aumentó más del doble desde entonces. La Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado, realizada por el INEGI en 2021, señala que más de 15% de la población adulta en México vive con síntomas de depresión y el porcentaje se eleva a 19.5% entre las mujeres.“En ese momento ya había muchísima investigación sobre el uso de psicodélicos en la salud mental: para tratar depresión resistente a fármacos, ansiedad, trastornos de trauma y adicciones”, narra Lagunes. Su propia investigación la llevó después a organizar varios foros, conversatorios y parlamentos abiertos con expertos en estas sustancias: científicos, terapeutas, psiquiatras del Instituto Nacional de Psiquiatría, abogados, funcionarios de salud, expertos en políticas de drogas y curanderos indígenas.El más grande de estos foros ocurrió en la sede del Senado en enero de 2023, con la participación de representantes de diversos pueblos indígenas de México y otros países. En la inauguración estuvo presente la senadora Xóchitl Gálvez, hoy candidata del Frente Amplio por México, quien defendió la medicina indígena y compartió su experiencia de consumo de peyote con el pueblo wixárika. “Fue una experiencia espiritual muy importante en mi vida”, dijo la candidata presidencial.De drogas a medicinasAustralia se convirtió en el primer país del mundo en reclasificar dos sustancias psicoactivas, la psilocibina y el MDMA, que ahora son consideradas medicinas auxiliares en tratamientos para la depresión y el estrés postraumático. Los médicos y terapeutas de Canadá pueden solicitar estas sustancias a las autoridades sanitarias para recetarlos a ciertos pacientes. En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) designó al tratamiento con psilocibina como una terapia innovadora para la depresión mayor, lo que sugiere una próxima despenalización y regulación a nivel federal.En México, la iniciativa de ley propone despenalizar y reclasificar los hongos y sus sustancias activas —la psilocibina y la psilocina— con fines terapéuticos y de investigación. Es decir, que solo podrían administrarlos, adquirirlos o cultivarlos las personas certificadas y registradas para ello.Desde 1970, los hongos, la psilocibina y la psilocina se encuentran en la Lista I de sustancias psicotrópicas —la más restrictiva— tanto en los tratados internacionales como en la Ley General de Salud mexicana. De aprobarse las reformas, primero en el Senado y después en la Cámara de Diputados, la psilocibina pasaría a la Lista III, que corresponde a sustancias que los profesionales de la salud pueden recetar, y los hongos quedarían reclasificados en un nuevo capítulo de Enteógenos.En el documento, los enteógenos están definidos como “sustancias de origen natural [flora, fauna o el reino fungi] que actúan sobre el sistema nervioso central, creando cambios temporales en la cognición, estado anímico y el comportamiento”.Lagunes sabe que aún existe un fuerte estigma sobre los hongos y otras sustancias psicodélicas. Por eso prefiere el término enteógenos, cuya etimología refiere a una conexión con la divinidad: “dios adentro”. En sus palabras, “los enteógenos son una tecnología muy profunda que actúa no solamente a nivel de la consciencia, sino del subconsciente, y no solo en el cuerpo físico, sino en los cuerpos emocional y energético”.La senadora se imagina que, eventualmente, la terapia con hongos será un servicio que se ofrezca dentro del sistema de salud público mexicano, aunque la regulación específica deberá ser diseñada y puesta en marcha por el Gobierno, en caso de aprobarse. Aun así, visualiza que se podrían establecer dos modelos terapéuticos, uno biomédico y otro indígena, y hacer una fusión de ambos en clínicas interculturales.“Actualmente, no hay medicamentos ni suficientes psiquiatras o psicólogos para dar atención a la población que lo necesita. Y estamos ante una medicina que la naturaleza nos da, puede crecer en cualquier lugar y tenemos pueblos originarios con la sabiduría y el conocimiento de cómo utilizar”, dice Lagunes. En el centro de su iniciativa, dice, se encuentran tanto la salud de los mexicanos como “la sabiduría ancestral de esta medicina que los pueblos originarios han resguardado durante miles de años”.Voces desde la sierra mazatecaEl “teonanácatl” o “carne de los dioses”, como llamaban los aztecas al hongo Psilocybe, es o ha sido parte de los rituales de mazatecos, chinantecas, chatinos, mixes, zapotecas y mixtecas, en Oaxaca; de tarascos en Michoacán; de nahuas y otomíes en Puebla. Pero en muchos casos, la práctica no resistió el proceso de colonización. “Para las autoridades eclesiásticas españolas, los hongos eran especialmente repulsivos y por eso hicieron todo lo posible para erradicar su uso en las prácticas religiosas”, escriben Schultes y Hofmann en Plantas de los Dioses.El pueblo mazateco es el más reconocido por su uso ceremonial de los hongos Psilocybe, y en buena medida gracias a la fama de la curandera María Sabina. Su encuentro, a mediados de 1950, con un banquero y micólogo neoyorquino cambió el curso de su vida y la de su pueblo. Gordon Wasson llegó hasta Huautla de Jiménez, en las montañas de Oaxaca, para participar en una velada o ceremonia nocturna con la chamana. La crónica de su experiencia en la revista Life popularizó la existencia de los “hongos mágicos” en la cultura occidental.También de la sierra mazateca es originaria Alejandrina Pedro Castañeda, una curandera que apoya la iniciativa de la senadora Lagunes. Al teléfono desde Huautla de Jiménez, Alejandrina Pedro calcula que, como ella, unas 50 personas de su pueblo aún se dedican de forma abierta a la sanación con hongos o “niños santos”, como los llamaba María Sabina. Cuenta, además, que ha hablado con muchos de sus colegas y que la mayoría coincide en la necesidad de proteger sus saberes, transmitidos de generación en generación.“Tenemos que seguir la escuela que nos dejaron nuestros abuelos y ser guardianes de la medicina”, dice Alejandrina Pedro, quien ve en la iniciativa de ley un “beneficio para toda la humanidad” por la mayor difusión de la medicina ancestral. “Lo que queremos es que sea una alternativa más de sanación para nuestra gente. Sanación no solo física, sino también espiritual y emocional, y eso no lo da la medicina de patente”.Bernardo Sabina —uno de los bisnietos de María Sabina y encargado de la casa-museo de la curandera en Huautla— también se posiciona a favor de la propuesta de hacer de los hongos una medicina al alcance de todos. Pero al mismo tiempo advierte: “Hay que saber que esta medicina no es cualquier cosa, que no cualquiera la puede dar ni se puede tomar como droga. Las plantas medicinales son sagradas, para sanar cuerpo y alma, y por eso se necesita una guía espiritual”.En la iniciativa de ley se contempla la colaboración entre las autoridades de los pueblos indígenas interesados y las autoridades de la Secretaría de Salud para diseñar programas que “impulsen, conserven, difundan y fomenten la medicina tradicional indígena”. Si la reforma llega a aprobarse, el gobierno aún tendría que llevar a cabo una consulta previa, libre, informada y culturalmente adecuada, como exigen las normativas nacionales e internacionales respecto a las medidas que puedan afectar la vida de los pueblos indígenas.Está previsto que la senadora Alejandra Lagunes presente su propuesta ante el pleno del Senado el próximo miércoles 11 de octubre. Después pasa a las distintas comisiones revisoras, donde puede ser modificada, para finalmente volver al pleno y ser votada.Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país

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