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La era de la inteligencia artificial ya es una realidad en América Latina. En una de las regiones más desiguales del mundo su uso genera temores por los efectos que pueda tener en los procesos sociales y electorales, pero cada vez gana más adeptos. El informe “DemocracIA: Percepciones sobre inteligencia artificial y democracia en Argentina, Brasil, Colombia y México” muestra que al menos el 59 % cree tener un conocimiento de la IA y un 46% dice que utiliza las herramientas en su vida diaria.Quienes más seguros se sienten al usar estas tecnologías son hombres de altos ingresos educativos y de la Generación Z, lo que evidencia las “desigualdades inherentes a la brecha digital” dice el documento producido por Luminate e Ipsos, que entrevistó a 4.003 personas para indagar cómo es la relación de la ciudadanía y la IA y cómo perciben los eventuales riesgos.Kiko Llaneras, analista de EL PAÍS, recordaba recientemente en una columna, que la IA ya no es “ciencia ficción” y que este año, “se ha llevado dos premios Nobel, uno para sus pioneros y otro por una aplicación en biología; las cinco empresas más grandes del mundo son todas tecnológicas. Y en cinco años, la compañía que diseña sus chips, Nvidia, ha multiplicado 27 veces su valor”. Y agregaba que, sin embargo, el verdadero terremoto “soterrado, casi silencioso, de usuarios desorganizados: ChatGPT solo tiene dos años, y las aplicaciones de IA son todavía prototipos, pero millones de personas ya las usan”.El periodista especializado se centraba pues en esos aspectos que podrían iluminar el futuro, pero admitía que, en cuanto a sus implicaciones sociales, aunque ahí también hay optimistas, el cuadro de la IA es demasiado borroso. Eso reveló también la encuesta en América Latina: para el 37 % de los latinoamericanos, uno de los principales riesgos es que la IA puede aumentar la desigualdad en una de las regiones que carga hace tiempo con ese lastre. Y la proporción de los que creen que aumentará la desigualdad se eleva al 44% entre quienes declaran conocer bien la inteligencia artificial.La experta Paola Ricaurte, investigadora en Inteligencia Artificial y feminismo, sostiene esa tesis. “Estos sistemas amplían la desigualdad porque hacen que unas pocas personas concentren todo el dinero, el poder, los recursos naturales, los datos y el conocimiento. Son sistemas que están hechos para optimizar esos procesos extractivistas, de despojo y violencia”, dijo en entrevista con Lideresas de Latinoamérica. Otra de las preocupaciones más serias s que la IA pueda deteriorar el debate público. Eso piensa el 43% que dice que el contenido político en línea producido por IA podría aumentar la polarización.La encuesta también evidenció las líneas rojas de los latinoamericanos frente a la IA: La encuesta también captó un rechazo en América Latina a la aplicación de la IA en los servicios públicos. En general, la ciudadanía de la región prefiere el juicio y la sensibilidad humana a la hora de tomar decisiones con impacto directo en la vida de las personas. El 54% de la muestra se opone al uso de la IA para tomar decisiones en los tribunales, el 51% está en contra de que la IA redacte nuevas leyes y reglamentos, y el 50% considera inaceptable el uso de la inteligencia artificial para definir quién tiene derecho a recibir beneficios sociales.Cabe recordar que gobiernos como el de Javier MileI en Argentina han propuesto que las empresas tecnológicas se encarguen de hacer las reformas del Estado con Inteligencia Artificial y convertir al país en un polo de IA bajando las regulaciones. Al respecto, Beatriz Busaniche, presidente de la Fundación Vía Libre, ha dicho que eso no sólo sería “extremadamente riesgoso, sino también ilegal. Poner una IA a decidir sobre la cosa pública sería abdicar del mandato que le fue encomendado en las urnas, pasar por encima los procesos administrativos que tienen obligación de transparencia e integridad y eliminar la cadena de responsabilidad”.Otro de los hallazgos importantes en una región con historia de turbulencia y violaciones de derechos humanos, el 55 % de los ciudadanos de los 4 países “considera inaceptable que se use la IA para monitoreo de lo que se dice en línea”.En ese sentido, Felipe Estefan se muestra optimista ante los desafíos. “Con la IA, tenemos la oportunidad de aprender de los errores que hemos cometido con las plataformas de redes sociales, donde las consecuencias de la falta de rendición de cuentas se sienten en toda nuestra región; desde la difusión incontrolada de desinformación y discursos de odio hasta el aumento de la polarización y la vigilancia”, comenta Felipe Estefan,Regulación y más supervisiónUna de las principales conclusiones del informe DemocracIA es que al menos el 55% de la ciudadanía latinoamericana está a favor de regular la IA, y la proporción aumenta al 65% entre quienes tienen buenos conocimientos sobre la herramienta.Nina Santos, directora de Aláfia Lab, un laboratorio de investigación sobre los impactos del mundo digital, el racismo en línea y los procesos de desinformación, también ha señalado esa necesidad. “Vivimos un momento muy complejo porque las tecnologías de IA se aproximan mucho a la realidad y hacen que la posibilidad de falsear un contenido sea mucho más amplia. Es más que urgente tener regulaciones nacionales o transnacionales para el uso de estas tecnologías, que tampoco creo que haya que mirarlas solo por el lado negativo”, dijo en una entrevista reciente con este diario.El problema, a juzgar por las respuestas de los encuestados, es que los estados latinoamericanos no se ven fuertes frente a ese desafío: menos de un tercio (28%) de los latinoamericanos cree que sus países están listos para la dimensión de la Inteligencia Artificial que no solo ya llegó, sino que avanza a pasos agigantados por todo el mundo.

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