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El proceso electoral presidencial en Ecuador ha comenzado oficialmente y, hasta el momento, los partidos políticos no han logrado construir alianzas durante el periodo de primarias para hacer frente al candidato principal, Daniel Noboa, quien lidera la intención de voto. Según la firma Cedatos, el 54,3% de los consultados votaría por Noboa, mientras que el 25,3% lo haría por Luisa González, quien repite su candidatura por Revolución Ciudadana, el partido dirigido por el expresidente Rafael Correa. La inscripción de candidatos comenzó el 13 de septiembre, y hasta ahora, 16 binomios -candidatos a la presidencia y la vicepresidencia- han registrado su intención de llegar al poder en el país. Si se confirma este número, se replicaría la extensa papeleta electoral de 2021, que marcó un récord de aspirantes presidenciales en la historia democrática del país.El único intento de lograr una alianza provino de las fuerzas de izquierda y progresistas de Ecuador que se reunieron con el objetivo de presentar un solo binomio en las próximas elecciones. Sin embargo, unos días antes de que venciera el plazo para la inscripción de alianzas, los líderes de los movimientos autodenominados de izquierdas se reunieron para discutir un plan de Gobierno. En estas conversaciones abordaron temas clave como la inseguridad más allá de la militarización, los derechos sexuales, el aborto, el extractivismo, la institucionalidad pública, la educación universal, la democracia y la corrupción. A pesar de que ideológicamente deberían compartir estos temas, en la práctica mantienen profundas diferencias. Finalmente, al vencerse el plazo, los partidos no lograron alcanzar un acuerdo y propusieron a sus candidatos de manera individual.Para las próximas elecciones, el Consejo Nacional Electoral ha registrado a 78 partidos y movimientos políticos que podrán auspiciar candidaturas, de los cuales 17 están habilitados para presentar binomios presidenciales. Según la analista política Pamela León, la cantidad de candidatos no necesariamente se traduce en una dispersión de votos. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2021, con 16 candidatos en la contienda, cuatro de ellos concentraron el 88% de los votos, mientras que el resto no alcanzó ni el 2%. Un resultado similar se observó en los comicios adelantados del año pasado, donde cuatro de los ocho candidatos reunieron el 88% de las votaciones. De esos ocho candidatos, solo uno era militante de un partido político, mientras que los demás participaron con movimientos prestados. Así, más allá del número de aspirantes, el problema radica en una crisis de representatividad ideológica.La mayoría de los precandidatos que se postulan a la presidencia lo hacen por primera vez, con partidos políticos a los que ni siquiera han estado afiliados y algunos ni han expresado compartir la misma ideología política. Los partidos no están funcionando como espacios de representación, ni aplican dinámicas mínimas de democracia interna, cree León. “Lo que existen son unos Airbnb de la política, son rentables, pero no representables”, añade.Otro síntoma de la fragilidad de los partidos es su constante cambio de corrientes ideológicas y fundadores. Un ejemplo es Daniel Noboa, quien llegó a la presidencia abanderado por una alianza del movimiento Mover, que no mucho tiempo antes se había denominado Alianza País, la principal fuerza política del país durante el mandato de Rafael Correa y con la que ganaron tres elecciones presidenciales. Tras su gobierno, el partido quedó bajo el liderazgo de Lenin Moreno, que provocó una ruptura en el partido y terminó por cambiar de nombre a Mover. En las últimas primarias para las elecciones de 2025, Revolución Ciudadana logró a último momento un acuerdo con el partido Reto, que en 2021 apoyó la candidatura de Guillermo Lasso de la derecha y en 2023 a Xavier Hervás, que había sido candidato de la izquierda.“Los partidos y los políticos temen al centro ideológico, que es la base de la socialdemocracia”, afirma León, quien añade que esta situación disgrega a las militancias, las fuerzas vivas dentro de los partidos políticos. “Si no cuentan con militantes que coincidan con los rasgos ideológicos, el resultado son gobernantes autorreferenciales de caudillismo que no corresponden a un motor ideológico, lo que afecta la gobernabilidad”, concluye. Las próximas elecciones presidenciales se desarrollan en un escenario similar al de 2023, cuando ganó Noboa, con un electorado profundamente desafectado, preocupado por la resolución de los verdaderos problemas del país. Esta desafección se refleja en el ánimo de la población, ya que el 74% considera que el país va por el camino equivocado, según una encuesta realizada en julio por la firma Perfiles de Opinión.Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.

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