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España culminó este domingo una semana prácticamente perfecta, en la que el triunfo frente a Australia (2-1) en el tercer compromiso de la semana le conduce a la fase final de la Copa Davis en Málaga (del 19 al 24 de noviembre) como primera de grupo. Intervino David Ferrer, en su condición de alineador, y le salió al capitán la apuesta a pedir de boca. La remontada de Pablo Carreño ante Jordan Thompson (2-6, 6-2 y 7-6(3) en 2h36) y el triunfo posterior en el dobles, registrado por Marcel Granollers y Pedro Martínez frente al dúo formado por Max Purcell y Matthew Ebden (5-7, 6-4 y 6-4, en 1h 56m), redondeó una fase clasificatoria que se preveía durísima y que al final se resolvió a golpe de fiesta. No tuvo trascendencia la derrota de Martínez en el segundo individual, contra Alexei Popyrin (doble 64, en 1h 29m). Una vez abatidas tres potencias de la magnitud de República Checa, Francia y la laureadísima selección oceánica, el equipo español irrumpirá en el desenlace de la competición a lo grande, después de que en la última edición no hubiera logrado superar el corte de septiembre.Esta vez, un desarrollo y una resolución a pedir de boca, con tres triunfos de mucho mérito y una firma coral, sin personalismos. Lució Carlos Alcaraz los dos días que le tocó actuar, pero de igual manera lo hicieron desde la segunda línea Roberto Bautista o Pablo Carreño, especialmente el primero; la remontada del viernes ante Arthur Fils encarriló definitivamente el buen devenir de España, que también ha contado con el brillo de Granollers por parejas y la aportación de Martínez para decantar el pulso con los reputados doblistas australianos, quienes encadenaban seis triunfos en la competición. De fondo, la pericia de Ferrer en la dirección, al descifrar oportunamente la última jugada: piezas frescas y estímulos para abordar el último capítulo, seguramente mucho más trascendental de lo que parecía. Acabar primera o segunda, una considerable diferencia.Más informaciónEn el Martín Carpena de Málaga, sede por tercera vez consecutiva de las Finales, España se enfrentará en los cuartos de final a Alemania o Bélgica; el nombre de una u otra asomará en el sorteo del jueves. Evitará, por tanto, encontrarse en el desembarco en la capital andaluza con Italia (defensora del título) o Estados Unidos (32 títulos en el expediente, más que ninguna). Un panorama radicalmente distinto al de hace un año, cuando quedó apeada en la fase de grupos. Entonces no pudo contar con Alcaraz ni Bautista, y cedió en los dos primeros cruces por 3-0. En sentido opuesto esta vez, ha exhibido durante los últimos días su vena más guerrillera y tan solo se ha dejado dos puntos por el camino, el dobles ante Francia y el concedido ante Australia en el segundo individual. Es decir, un desempeño difícilmente mejorable que le guía a la próxima estación junto con Estados Unidos, Argentina, Australia, Alemania, Italia, Canadá y Bélgica.Bautista, Alcaraz y Jódar festejan el triunfo de Granollers y Martínez.Biel Aliño (EFE)Abrió el día Carreño siguiendo esa estela épica trazada dos días antes por Bautista, recomponiéndose y levantando un duelo que también parecía perdido. Con 5-2 a su favor, Thompson servía para sellar la victoria en el primer turno individual, pero al igual que le sucediera al francés Arthur Fills en la serie anterior, el australiano se ofuscó, se le encasquilló el brazo y lo aprovechó el asturiano para darle la vuelta a la historia, en perfecta comunión con la grada. Al compás del grito emitido por el auxiliador público de La Fonteta (“¡Paaa-blo, Paaa-blo!”), el gijonés fue creciéndose y terminó arañando una victoria que le sabe a gloria porque viene de tiempos difíciles y en la ruta de retorno cada puntada, ya sea de mayor o menor, cuenta. Y mucho.La estela épicaPara él, ya 33 primaveras, el último año y medio se ha traducido en una desagradable lucha con el codo derecho, que empezó a molestar de manera sibilina y finalmente le obligó a pasar por el quirófano en noviembre. A partir de ahí, la oscilación anímica de toda recuperación. Subidas y bajadas. El ir a ratos y a días. “Me vinieron pensamientos un poco autodestructivos, negativos, pensando en que no me iba a recuperar, que siempre que parecía que estaba bien, volvía a pasar algo. Pero bueno, aquí estoy”, concedía en mayo, cuando regresó a las pistas sobre la arena de Roland Garros. Tras el reinicio, una evolución sostenida y controlada —incluyendo el paso por dos challengers—, y un verano reconstituyente que se cierra con un triunfo balsámico en la Davis, siendo partícipe del éxito colectivo.Ante la República Checa y Francia, el capitán optó por la baza de Bautista, pero contra Australia quiso darle el gusto de que abriera el cruce. “Esta competición es diferente, difícil, y llevo mucho tiempo fuera de las pistas [llegó a caer el puesto 1.052, se perdió los Juegos de París y ha tenido que recurrir al ranking protegido para competir]. He podido coger ritmo este mes [apariciones en Canadá, Cincinnati, Winston-Salem y el US Open], pero me ha costado empezar”, apuntó; “al principio quizá he arriesgado demasiado y he fallado más de la cuenta, pero cuando él ha sacado para ganar se ha notado que estamos en Valencia. Al final, creo que el público ha marcado la diferencia, me ha dado ese plus que necesitaba”.Carreño, durante el partido contra Thompson.Pablo Morano (REUTERS)Conoce bien Carreño el traicionero trasfondo de esta competición, que como a todo jugador, le obligó en su momento a pasar por el peaje de la duda. Son 11 series, con más sinsabores individuales (6) que triunfos (3). Sin embargo, esta vez se queda con un buen sabor de boca. “Quizá una derrota aquí puede marcarte más de la cuenta, que no debería, y al revés, una victoria también. Vengo de un momento muy duro después de la lesión, e incluso no tenía claro que fuera capaz de recuperar el nivel, así que esto te da mucha confianza de cara a final de año y a la temporada que viene”, concluía Carreño, que hasta la fecha solo ha podido disputar 17 encuentros, 13 de ellos en la franja veraniega. No desfilaba por la Davis desde 2022, cuando fue inclinado en los cuartos de final por el croata Marin Cilic, y reaparece en Valencia con premio.Tras su intervención llegó la de Pedro Martínez, otro al que Ferrer quiso darle carrete. El valenciano, de 27 años y 42º en la actualidad, no había tenido hasta ahora la oportunidad de guerrear en la modalidad individual —sí en la de dobles, cuatro veces—, y se topó con el momento dulce de Popyrin. Verdugo de Novak Djokovic en el US Open y previamente campeón en Montreal, el australiano (24º) equilibró el cruce merced a su magnífica prestación con el servicio. Apenas ofreció rendijas y cuando lo hizo, al comienzo del segundo parcial, lo enmendó de saque en saque. Anuladas esas tres opciones de break, Martínez no logró perforar el muro, pero pudo resarcirse luego con el meritorio triunfo logrado junto a Granollers, el broche ideal a una semana en la que todo ha ido rodado para España.

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