Citla fue un perro mestizo que vivió en el Pico de Orizaba, o Citlaltépetl, la montaña más alta de México, por más de diez años. En su tiempo de vida, Citla se convirtió en guía y protector de los alpinistas; no sólo los acompañaba en su camino, sino que en ocasiones ayudaba a los desorientados o a quienes padecían mal de altura.
Versiones de su llegada
Sobre cómo llegó Citla llegó al Pico de Orizaba, existen dos versiones. Una dice que, cuando era cachorro, un albañil que trabajaba en la construcción del Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano, en el Tlitépetl, montaña vecina del Citlaltépetl, llevó al can, que decidió hacer del volcán su casa.
Otra versión dice que un investigador del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), que acostumbraba viajar al Pico de Orizaba, lo encontró y lo hizo su compañero. El cachorro lo acompañaba en el camino y un día decidió no bajar más.
El cuerpo de Citla se acostumbró a temperaturas de hasta menos 11 grados Celsius, también a la presión de los 5 mil 747 metros sobre el nivel del mar.
El perro de las nieves
Citla fue testigo y partícipe de numerosas historias de rescate. Montañistas han contado cómo Citla parecía guiarlos de regreso al refugio o al sendero correcto, salvándolos de situaciones potencialmente mortales.
Pero no sólo los ayudaba, también saltó a la fama como un ladrón de comida. Los senderistas dicen que le gustaba comer salami, carne seca, salchichas, atún y pollo rostizado, pero que nunca aceptó las croquetas, tortillas o sobras que algunos le querían dar. Citla también cazaba ardillas y conejos, y entonces dejaba aflorar su verdadero instinto animal, que también salía cuando se enfrentaba con la fauna silvestre del lugar, que le dejó la cara llena de heridas y cicatrices.
La presencia de Citla y sus hazañas eran casi leyenda entre la comunidad de alpinistas, hasta que en 2015, representantes de medios de comunicación internacional, acudieron al Pico de Orizaba para reportar el hallazgo de los cadáveres de unos escaladores muertos en la zona en 1959. Los reporteros lo conocieron y dieron a conocer la historia del perro de las nieves.
Le pasó la factura
Poco tiempo después, la vida salvaje le pasó la cuenta a Citla. Sus ojos estaban dañados por el reflejo del sol y le diagnosticaron cáncer de hígado. El alpinista Layo Aguilar lo cuidó en sus últimos años de vida.
Citla murió el 28 de septiembre de 2017 en Ciudad Serdán, Puebla, pero su recuerdo permanece entre la comunidad montañista, que comparte fotografías y anécdotas del poderoso “Perro de las Nieves”.
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